El 11 de julio, en conmemoración del segundo aniversario de las históricas protestas del 11J en Cuba, un grupo de cubanos exiliados en España se reunió en la plaza de las Cortes, frente al Congreso de los Diputados en Madrid. El evento tuvo como objetivo recordar las manifestaciones ocurridas en más de cuarenta ciudades y poblados cubanos en 2020, que fueron brutalmente reprimidas por el Estado cubano. Además, los manifestantes exigieron la liberación de los cientos de presos políticos en las cárceles de la isla y la restauración de la democracia en un país que ha sufrido una dictadura durante las últimas seis décadas.
Durante la concentración, la activista y defensora de los derechos humanos, Carolina Barrero, entregó una carta a la Cámara de Legisladores de España en la que se pedía que el Gobierno español no continúe su política condescendiente con el régimen totalitario en Cuba. Esta carta reafirma los legítimos reclamos de libertad del pueblo cubano y subraya la importancia de la pluralidad política y social, así como la construcción de un estado de derecho basado en la independencia de poderes y en la capacidad de elegir libremente a los gobernantes.
Los manifestantes recordaron que hace dos años, ante el levantamiento pacífico y desarmado de los ciudadanos, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel respondió con una orden de combate, llevando al país al borde de un conflicto civil. Actualmente, más de mil personas se encuentran presas en Cuba por motivos políticos, incluyendo jóvenes menores de 18 años en régimen de internamiento. El evento del 11 de julio se dedicó a los perseguidos, exiliados y asesinados por la dictadura, reafirmando que ningún sacrificio ha sido en vano y que nada podrá detener la realización de la libertad.
Durante la manifestación, se hicieron llamamientos a la cámara de legisladores para que el Estado español apoye a las fuerzas democráticas en lugar de la élite militar corrupta que gobierna Cuba. Los manifestantes insistieron en que los derechos humanos, y no los intereses económicos, deben determinar la política exterior española hacia Cuba, recordando los lazos culturales y familiares que unen a España con el pueblo cubano, no con sus opresores.
El evento se convirtió en un potente símbolo de la resistencia cubana y de la solidaridad internacional en la lucha por la libertad y los derechos humanos en Cuba. La voz de los manifestantes resonó frente al Congreso español, amplificando el clamor de aquellos que, tras las rejas, la dictadura busca silenciar sin éxito.
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